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    ¿Por qué es importante educar las emociones?

    Hace 200 años no era frecuente usar el término emoción, antes usábamos pasión, sentimientos, sensaciones o afectos aunque hoy en día sabemos que no es lo mismo. Igualmente diversos organismos basados en evidencia empírica reconocen la importancia de las competencias emocionales para el desarrollo humano, ¿sabes por qué?

    Como seres humanos estamos predispuestos a experimentar emociones básicas como alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa o asco.1 Sin emociones sólo seríamos máquinas que trabajamos de la misma manera siempre. La palabra emoción, que hoy utilizamos con frecuencia, es un término relativamente nuevo. No fue hasta el siglo XIX cuando se difundió y actualmente la usamos tanto en la ciencia como en la literatura. No es casualidad que a ese mismo siglo pertenecen palabras como expresiones, nervios, vísceras y cerebro.2

    INTELIGENCIA + EMOCIÓN

    La palabra inteligencia es de origen latino, intelligentia proviene de inteligere, término compuesto de intus (entre) y legere (escoger). Por lo tanto, inteligente es quien sabe escoger, es decir, la inteligencia permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión. La noción de inteligencia a través del tiempo ha sido interesante, útil pero también polémica. En años recientes, la mayoría se refiere a la aptitud de las personas para desarrollar pensamiento abstracto y razonar, comprender ideas complejas, resolver problemas y superar obstáculos, aprender de la experiencia y adaptarse al ambiente. En resumen, es una concepción basada en la competencia humana para desarrollar pensamientos analítico-racionales.3

    Por otro lado, emoción proviene de la palabra latina emovere que significa remover, agitar, conmover, excitar. Es frecuente que bajo el término emoción se abarquen distintos niveles de manifestaciones mentales o cerebrales. Para evitar confusiones, muchos autores han identificado el término emoción con la manifestación de respuesta neurofisiológica del cuerpo a un estímulo de base instintiva. Otros como Fridja en 1986 las define como tendencias a establecer, mantener o romper relaciones con el entorno.4

    Desde este punto de vista, las emociones están acompañadas de variables fisiológicas que se pueden observar y medir, bases biológicas como ritmo cardíaco y respiratorio, tensión arterial, temperatura corporal, sudoración, conductividad térmica de la piel, producción salivar, apertura de pupilas, nivel de hormonas en la sangre, entre otras. Entonces, una emoción es la reacción de una parte del cerebro frente al cambio de estado corporal generado por las actuaciones del sistema nervioso autónomo y endocrino, es decir, es una reacción instintiva. Por ello debe resaltarse la diferencia entre emoción y sentimiento. Separan la emoción del sentimiento porque el segundo se entiende como la experiencia subjetiva de nivel cognitivo superior o imposible de medir neurofisiológicamente, y del concepto de “estado de ánimo” se refiere a una persistencia temporal de un mismo sentimiento. Las emociones son físicas y los sentimientos son mentales. Las primeras al ser instintivas son públicas y las otras son privadas. Por ejemplo, puede suceder que no podamos expresar un sentimiento pero sí sentir la emoción. Eso significa que las emociones preceden a los sentimientos y son, generalmente aunque no siempre, la base de los mismos.5

    El estudio de la emoción en psicología no existe una definición aceptada por todos los teóricos, una definición coincidente es la de una experiencia multidimensional con al menos tres sistemas de respuesta: cognitivo / subjetivo; conductual / expresivo y fisiológico / adaptativo.6  Aspectos que coinciden con el modelo tridimensional propuesto por Lang desde 1968.7

    INTELIGENCIA EMOCIONAL

    En 1990 surge el constructo Inteligencia Emocional (IE) como la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y cómo reaccionamos a los de los demás, además de utilizarlos como guía del pensamiento y de la acción. Gracias a la tesis de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, John Mayer y Peter Salovey se basan para definir la IE en función de cinco dimensiones:

    • Conocimiento de las propias emociones
    • Autorregulación
    • Motivación de uno mismo
    • Comprensión de las emociones de los demás
    • Gestión de las relaciones

    Sin embargo, hasta 1995 el concepto fue ampliamente difundido gracias al libro Inteligencia Emocional del psicólogo y periodista Daniel Goleman, quien plantea la influencia de esta competencia en nuestra vida diaria, además de asegurar el éxito personal de acuerdo al desarrollo de la misma. Tal aseveración marcó un hito en el estudio de estas competencias y su influencia en nuestra vida diaria.

     

     

    La capacidad de reconocer nuestros propios sentimiento y los ajenos, motivarnos y el manejo adecuado de las emociones en nosotros mismos y nuestras relaciones es cómo opera la IE. De hecho Goleman plantea diversos conceptos previos:

    Competencia es un rasgo personal o conjunto de hábitos que llevan a un desempeño laboral superior o más eficaz. Una habilidad que aumenta el valor económico del esfuerzo que una persona realiza.
    Inteligencia práctica es una combinación e destreza y experiencia. Aparte del coeficiente intelectual son nuestras habilidades prácticas y capacidades técnicas que podamos dominar son las que determinan nuestro desempeño cotidiano.

    Pericia es en gran medida una combinación entre el sentido común y los conocimientos y habilidades concretas necesarias para desempeñar adecuadamente una labora. Esta se adquiere mediante el aprendizaje cotidiano y nos permite comprender los complicaciones de una determinada profesión, un conocimiento real que sólo puede ser fruto de la práctica.

    Competencia emocional es una capacidad adquirida basada en la inteligencia emocional que da lugar a un desempeño sobresaliente o exitoso.

    Por tanto, nuestra IE determina la capacidad potencial que disponemos para aprender las habilidades prácticas basadas en las dimensiones que Gardner menciona. Todos ellos conceptos fundamentales para desarrollar la parte emocional de nuestra inteligencia. Por ello se apunta que las lagunas en habilidad emocional pueden remediarse porque cada uno de sus dominios representa un conjunto de hábitos y reacciones que con el esfuerzo adecuado pueden llegar a mejorarse.

    IMPORTANCIA

    Escuelas de gran prestigio como Harvard, Estados Unidos, califican a la inteligencia emocional como un concepto revolucionario, una noción arrolladora, una de las ideas más influyentes en la década que surgió el hallazgo porque la evidencia empírica reunida sugiere que las habilidades emocionales están asociadas con resultados positivos en diversas áreas del ser humano: trabajo, escuela, salud, entre otras. No obstante, existe cierta polémica determinada por la medición de la IE que varios estudios han establecido a lo largo de los años. Sin embargo, la mayoría demuestran que estas habilidades son susceptibles de ser entrenadas, por tanto mejoradas.

     

     

    Dado que la aparición de emociones en algo inevitable, es imperante entender cómo nuestro cerebro las regula y a su vez, determina nuestro comportamiento. Aprender a reconocer y a nombrar concretamente nuestras emociones y el modo en que éstas nos impulsan a actuar, todo ello resulta ser una competencia deseable en el mundo actual. Entonces, no es exagerado asegurar que la IE es un factor determinante en el éxito personal puesto que interviene en nuestra vida diaria, en las relaciones, en el rendimiento académico y laboral.

    • Trabajo

    El mercado laboral contemporáneo exige capacidades más allá de los conocimientos técnicos o formación académica. Dado que la IE determina nuestra capacidad para aprender a autocontrolarnos, empresas a nivel mundial utilizan este constructo para contratar, promocionar y formar a sus empleados.

    La atención a clientes, la formación de equipo de trabajo eficientes, la facilidad de adaptarse a situación nuevas, la convivencia con grupos disciplinarios y la organización efectiva son ejemplos que requieren el desarrollo de habilidades subyacentes a los principios fundamentales de la IE, concretamente la conciencia social, gestión de las relaciones y la autorregulación emocional.

    En 1998, Goleman y un grupo de industriales, en el libro La Inteligencia Emocional en la Empresa, investigaron las diferencias que distinguían a un trabajador “estrella” de otro que sólo cumplía con su trabajo. Los trabajadores “estrella” generalmente son más empáticos porque son capaces de observar sus emociones y las de los demás, lo cual beneficia el ambiente laboral.

    En posiciones de liderazgo se percataron que los jefes que tienden a fracasar son aquellos que no soportan la presión y reaccionan con mal humor en contra de sus colaboradores. Su contraparte, un ejecutivo con éxito, mantiene una actitud ecuánime lo que permite resolver problemas con mayor confianza. Define triunfadores a los ejecutivos que logran integrar un equipo de trabajo, lo cual se dice fácil pero para lograrlo requiere un repertorio de habilidades socioemocionales como la autorregulación emocional para no perder la calma, escuchar a su personal y delegar responsabilidades.

     

     

    • Escuela

    Diversos estudios han mostrado que las carencias en habilidades emocionales afectan a los estudiantes tanto dentro como fuera del aula. En 2008, Pena y Repetto analizaron que los alumnos con mayores niveles de IE muestran a lo largo del curso menores muestras de agotamiento o estrés y mayores actitudes positivas hacia sus labores académicas. Los efectos positivos de acuerdo al alto nivel de IE demuestran el beneficio del desarrollo de la IE con el rendimiento escolar.

    Un estudio longitudinal en población universitaria ha comprobado la relación directa entre IE y rendimiento académico. Evaluaron la IE al inicio del curso junto con habilidades cognitivas tradicionales (habilidad verbal, razonamiento inductivo, visualización) y variables clásicas de personalidad (neuroticismo, extraversión, apertura, amabilidad y responsabilidad) después se les hizo un seguimiento al finalizar el año lectivo para comprobar que los niveles de IE predecían las notas obtenidas. En conclusión, determinaron que la IE es un potencial predictor no sólo del equilibrio psicológico del estudiando sino también de su logro escolar.8

    Actualmente, algunos países han optado en incluir la educación emocional a sus planes de estudio. En Inglaterra el programa denominado SEAL (Social and Emotional Aspects of Learning, Aspectos Sociales y Emocionales del Aprendizaje) propone un marco integrado para coordinar los programas específicos aplicados en la escuela para prevenir los riesgos emocionales y sociales que afectan a los estudiantes a través del desarrollo práctico de las habilidades emocionales y sociales de los niños.

    A inicios del siglo XXI, Rafael Bisquerra conceptualiza la educación emocional como un proceso educativo continuo y permanente a fin de mejorar las competencias emocionales que a su vez desarrolla la personal integral del individuo. Por ello, propone un enfoque de ciclo vital, no sólo durante la formación académica ya que siempre surgen conflictos a lo largo de nuestras vidas que afectan el estado emocional.9

     

     

    La evidencia a través del tiempo no es cosa mejor. En 2002, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura emprendió en 140 países una iniciativa para incorporar en sus planes de estudio el aprendizaje socioemocional. Este cambio enfatiza la importancia de educar integralmente no sólo con aprendizaje académico sino también con enseñanzas socio-emocionales. Actualmente es el nuevo estándar de lo que se considera como básico en adquisición durante la escolaridad porque a los estudiantes se les prepara para las pruebas de la vida más allá de un examen de conocimientos.10

    En México, la Secretaría de Educación Pública incorporó a la Propuesta Curricular para la Educación Básica 2016 el desarrollo de las emociones. Estará dentro del componente curricular Desarrollo Personal y Social que se organiza en tres áreas: desarrollo artístico y creatividad, desarrollo corporal y salud, y desarrollo emocional. Esta propuesta pedagógica se incluye en los seis grados de primaria con el fin de formar habilidades emocionales en los niños. Además, plantea a nivel preescolar un aprendizaje transversal y durante la secundaria será el tutor el encargado de continuar el proceso educativo en esta área.11

    La IE es un constructo útil y fundamentado, es una de las habilidades deseable en el mundo actual. Si quieres conocer la perspectiva de los educadores del mañana sobre IE, la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), a través de la Dirección de Difusión y Extensión Universitaria, específicamente la Subdirección de Comunicación Audiovisual presenta el capítulo “Inteligencia Emocional” de la serie de Radio Fractal  Millennials. Escucha a los actuales estudiantes de la UPN discutir el por qué es importante educar la emociones.

    ¡No te lo pierdas!


    Escrito por Venecia Quiroz Téllez

    Referencias

    1  Goleman, D. (2001). Emotional Intelligence: perspectives on a theory of performance. The emotionally intelligent workplace. Estados Unidos: Jossey-Bay. 

    2  Belli, S. y Iñiguez-Rueda, L. (2008). El estudio psicosocial de las emociones: una revisión y discusión de la investigación actual. Psico, 39 (2), 139-151. Recuperado de http://www.academia.edu/179835/El_estudio_psicosocial_de_las_emociones_una_revisi%C3%B3n_y_discusi%C3%B3n_de_la_investigaci%C3%B3n_actual, el 22 de enero de 2018.

    3  Froufe, M. y Colom, M. (2000). Inteligencia emocional vs inteligencia racional: Una nueva polémica en la psicología de las competencias. Cuadernos de Educación. México: Santillana. 

    4  Frijda, N. H. (1986).The emotions. Cambridge: Cambridge University Press.

    5 Damasio, A. (1996). El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano. Barcelona: Crítica.

    6 Ramos, V, Piqueras, J, Martpinez, A. y Oblitas, L. (2009). Emoción y Cognición: implicaciones para el tratamiento. Ter Psicol, 27 (2), 227-237. Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48082009000200008, el 26 de enero de 2018.

    7  Lang, RJ. (1968). Fear reduction and fear behavior: problems in treating a construct. Research in psychotherapy, 3, Washington: American Psychological Association. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/232429683_Fear_reduction_and_fear_behavior_Problems_in_treating_a_construct, el 26 de enero de 2018.

    8 Barchard, K., A. (2000). Does emotional intelligence assist in the prediction of academic success? Tesis doctoral Universidad de British Columbia, Vancouver. Recuperado de http://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0013164403251333, el 24 de enero de 2018.

    9  Bisquerra, R. (2001). Educación emocional y bienestar. Barcelona: Wolters Kluwer. 

    10 Elias, M. (2006). Aprendizaje académico y socio-emocional. México: Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, A.C. Recuperado de http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001294/129414s.pdf, el 22 de enero de 2018.

    11 SEP. (2016). Propuesta curricular para la Educación obligatoria 2016. Recuperado de https://www.gob.mx/cms/uploads/docs/Propuesta-Curricular-baja.pdf, el 24 de enero de 2018.

     

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    • Última Actualización:Viernes 15 Marzo 2024.
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